-Es una baraja de cincuenta y dos cartas -susurró el señor Malthus-. Vigile el as de espadas, que es la carta de la muerte, y el as de bastos, que designa al oficial de la noche. ¡Ah, felices, felices jóvenes! -añadió-, tienen ustedes buena vista y pueden seguir el juego. ¡Ay! Yo no distingo un as de una dama al otro lado de la mesa.Y procedió a equiparse con un segundo par de gafas.
EL CLUB DE LOS SUICIDAS
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